Casi sin darme cuenta, en un par de días, me he zampado este libro de este novelista inglés de origen indio que sitúa sus narraciones policíacas en la India colonial. Esta serie está protagonizada por el capitán Sam Wyndham, un veterano de la primera guerra mundial con un pasado poco venturoso y adicto al opio, que llega a un escenario desconocido para hacerse cargo de investigaciones policiales. Siguiendo la línea habitual de este tipo de historias, nuestro protagonista es acompañado de un colaborador fiel, el sargento hindú Banerjee, que le ayuda a integrarse en la sociedad y colabora de forma efectiva en sus pesquisas. La historia se enmarca en lo más clásico de la literatura policíaca pero con el toque exótico de la ambientación. La novela está aparentemente bien documentada y el autor demuestra dominio de los escenarios y de los personajes. La acción está perfectamente hilada y resulta absorbente. No le resulta necesario al autor recurrir a artificios complejos para interesarnos
Algo decepcionado me ha dejado este final de la saga de Fonda Lee. Le falta la acción trepidante de sus primeras entregas, le sobran relleno y escenarios y, sobre todo, sentimentalismo. A la autora parece que se le acumulaban un montón de ideas para varias continuaciones y las ha acumulado todas en una sola novela y eso afecta seriamente el resultado. Está claro que esta novela es de puro entretenimiento, pero en esta última obra falta imaginación, y le sobran escenas y abundan los giros de argumento cuando empieza a decaer la acción y el lector está al borde del bostezo. Se deja leer, entretiene y sigue transportando a un mundo imaginativo interesante, pero los defectos señalados la convierten en un producto de serie B o para adolescentes sobrados de hormonas y obsesionados con los juegos de ordenador de artes marciales. El final es francamente flojo o por lo menos a mí no me ha convencido nada. Una lástima porque las anteriores entregas, sin llegar a la excelencia, eran más que a