Tuve una corazonada con este libro por culpa de una conversación. El libro apenas asomaba el lomo en la estantería, medio escondido. Llevaba tiempo esperando que alguien lo escogiera porque su autor sigue tranquilamente en la solapa apoyado sobre las manos, mirándonos como si no se hubiera enterado de que nos ha dejado hace más de un año. Ni el libro ni él saben que ha alcanzado ese punto único de certidumbre al que sólo se llega con el fin de la vida. Él no está, pero que maravilloso legado nos ha dejado. Sigue hablando perenne en todas esas páginas tan suaves que parecen de cristal satinado, las letras parecen no estar grabadas con tinta, resultan incorporadas casi perfectas desde la portada, dispuestas para ser acariciadas.
El libro no llegó por el camino soñado. Ni con la dedicatoria predecida con clarividencia. Esa quedó y seguirá para siempre en blanco. Tuvo que ser mi mano quien lo tomara en lugar de un lazo. Lo he guardado casi dos meses antes de llevarlo al aeropuerto para visitar uno de sus lugares descritos, donde me encaramé en una estatua siguiendo sus consejos y me encontré con una estación de tren en obras junto a una campana sin badajo, pero que resonaba en mi pensamiento para mantenerme despierto.
El mundo es inabarcable. Lo siento amigos pero no intentéis atraparlo ni conquistarlo. Como mucho podemos visitar con cuentagotas algunos de esos lugares míticos y otros rincones son tan terrenales que no parece que debieran impresionarnos pero lo hacen a diario, sólo hay que fijarse cuando caminamos. Un consuelo, siempre nos queda un buen libro para despegar del suelo, para viajar imaginando, para salir corriendo. No importa si estáis enfermos o sanos, alegres o tristes, casados o solteros. Siempre podréis vagar leyendo.
El mío ha quedado lleno de esquinas dobladas, de párrafos con grafito, de puntos suspensivos y de signos de admiración y exclamación. Así que no puedo prestarlo. Lo siento, creo que era el último. Igual el libro no existe y aquella librería era digna de una historia de Paul Auster. Igual no podéis comprarlo. Igual hay que esperar deseando que te lo regalen, simplemente mirando con fuerza la estantería.
Está claro que debería haber conocido a este hombre en vida, que debiera haberme sentado a escucharle, a hablarle en total silencio, a admirarle. Debe de estar sentado en una terraza de un café. Charlando con Pessoa, mirando a lo lejos el horizonte de rios y puentes de su amada Lisboa.
"Sólo quien comprende la muerte puede amar la vida también en la plenitud de sus sentidos y en su carnalidad más feroz."
"La saudade es algo desgarrador, pero que también puede enternecer, y no atañe exclusivamente al pasado sino también al futuro, porque expresa un deseo que uno querría ver cumplido... Estamos sintiendo nostalgia del momento que estamos viviendo en ese momento. Es una nostalgia al futuro."
Puntuación: 9/10
Benigno F.
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